A teacher plays with her pupils in front of the blackboard
Introducción

De un vistazo

Gao, Malí

Una profesora voluntaria con sus alumnos, durante un curso en un campamento para desplazados que huyeron de Mondoro. Llegó al campamento para ayudar a las personas que huyeron de los violentos enfrentamientos en el centro de Malí a fines de 2018. OCHA/Michele Cattani

Tendencias globales

La COVID-19 ha desencadenado la recesión global más profunda desde los años 30. La pobreza extrema ha aumentado por primera vez en 22 años, y el desempleo ha aumentado dramáticamente. Las mujeres y los jóvenes de 15 a 29 años que trabajan en el sector informal son los más afectados. El cierre de escuelas ha afectado al 91% de los estudiantes en todo el mundo.

Los conflictos políticos son más intensos y están cobrando un gran número de víctimas civiles, afectando desproporcionadamente a los niños. Las mujeres y las niñas corren un mayor riesgo de sufrir violencia sexual relacionada con los conflictos. Continúan los ataques contra los trabajadores humanitarios y de la salud. Por noveno año consecutivo, más del 90% de las víctimas de las armas explosivas en las zonas pobladas fueron civiles.

En el último decenio se ha registrado el mayor número nunca visto de personas desplazadas internamente por los conflictos y la violencia, y muchas de ellas se encuentran en un estado de desplazamiento prolongado. Se estiman unos 51 millones de personas desplazadas internamente nuevas y existentes y un número de personas refugiadas que se ha duplicado hasta alcanzar los 20 millones.

El hambre va en aumento, y los conflictos son el principal factor de hambre aguda para 77 millones de personas en 22 países. A finales de 2020, el número de personas con inseguridad alimentaria aguda podría ser de 270 millones. Los efectos de la pandemia y el cambio climático están afectando gravemente a los sistemas alimentarios de todo el mundo. Las necesidades para financiar la seguridad alimentaria en los llamamientos humanitarios han aumentado a $9.000 millones en 2020, frente a los $5.000 millones en 2015.

Los últimos 10 años fueron los más calurosos. Los cada vez más severos y frecuentes eventos climáticos y desastres naturales están exacerbando las vulnerabilidades crónicas. La Niña podría provocar cambios climáticos adicionales durante el primer trimestre de 2021, que afectarían a la temperatura del mar, las precipitaciones y la actividad ciclónica.

Los brotes de enfermedades están aumentando y la pandemia ha obstaculizado los servicios de salud esenciales en casi todos los países. Las ganancias difícilmente obtenidas están en peligro. Más de 5 millones de niños menores de 5 años se enfrentan al cólera y la diarrea acuosa aguda. La pandemia podría acabar con 20 años de avances en el VIH, la tuberculosis y la malaria, duplicando el número de muertes anuales.

La COVID-19 ha hecho la vida más difícil a los grupos ya vulnerables como las mujeres y las niñas, las personas con discapacidad, las personas mayores y las personas con necesidades de salud mental. Casi 24 millones de niños, adolescentes y jóvenes corren el riesgo de no volver a la escuela en 2020, entre ellos 11 millones de niñas y mujeres jóvenes.

El miedo al virus se está extendiendo más rápido que el propio virus. Ya se habla en todos los países de las consecuencias que la pandemia y las medidas para contenerla está teniendo para la salud mental y psicosocial, en particular en los contextos humanitarios donde los recursos para la salud mental y el apoyo psicosocial son escasos o inexistentes.

La COVID-19 ha puesto de relieve el alcance total de la desigualdad entre los géneros y la exposición de las mujeres y las niñas a la violencia de género (VBG). Las adolescentes en zonas de conflicto tienen un 90% más de probabilidades de no asistir a la escuela y el 70% de las mujeres en entornos humanitarios tienen más probabilidades de sufrir violencia de género. A nivel mundial, las medidas de cuarentena exacerban la violencia doméstica, ya que se prevén 15 millones de nuevos casos por cada tres meses de confinamiento.

Los jóvenes son los que están marcando las tendencias mundiales. A pesar de las sombrías perspectivas de empleo y de los efectos de la COVID-19, las y los jóvenes se han movilizado a una escala sin precedentes. Esto representa una oportunidad para que el sistema humanitario integre aún más las perspectivas y el liderazgo de las y los jóvenes en la acción humanitaria.

El aumento del acceso a Internet a nivel mundial y las nuevas tecnologías innovadoras ofrecen la posibilidad de mejorar la acción humanitaria. Durante la pandemia, se está utilizando la inteligencia artificial para la elaboración de mapas de los brotes, los drones están entregando suministros médicos y pruebas de laboratorio, y gracias a las impresoras 3D se están produciendo protectores faciales y ventiladores.

La colaboración entre las actividades humanitarias, de desarrollo y de consolidación de la paz ha aumentado durante la pandemia. El aprovechamiento de esta cooperación ayudará a satisfacer las necesidades de los 160 millones de personas a las que se dirigirá la asistencia humanitaria en 2021.


Llamamientos coordinados entre agencias

El Plan Global de Respuesta Humanitaria para la COVID-19 (GHRP por sus siglas en inglés), junto con los llamamientos humanitarios existentes, se convirtió en la mayor solicitud financiera de la historia: 39 mil millones de dólares. Hasta noviembre de 2020, los donantes han aportado generosamente 17 mil millones de dólares a los planes interagenciales.

En 2021, 235 millones de personas necesitarán asistencia humanitaria y protección. Esto significa que una de cada 33 personas en todo el mundo necesita ayuda, un aumento significativo con respecto a hace un año (una de cada 45, la cifra más alta en décadas). Las Naciones Unidas y las organizaciones socias tienen como objetivo ayudar a 160 millones de personas con más necesidades en 56 países, lo que requerirá 35 mil millones de dólares ($).


Mejorando la respuesta humanitaria

La respuesta humanitaria ha avanzado mucho en materia de igualdad de género. Por ejemplo, todas las presentaciones de proyectos del Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia (CERF) para 2020 se basaron en un análisis de género y completaron el marcador obligatorio de género y edad, y el Comité Permanente entre Organismos realizó por primera vez la Evaluación Humanitaria Interinstitucional sobre la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas. En 2020, el CERF asignó más de $60 millones a programas centrados en VBG.

El CERF y los Fondos Humanitarios de País (CBPF) nos ayudan a llegar a los más vulnerables. En las crisis prolongadas, se ha dado prioridad a la educación, promoviendo la participación de los grupos afectados en la respuesta humanitaria y la protección, y combatiendo la VBG.

Las comunidades locales -incluidas las redes empresariales locales- desempeñan un papel destacado en la satisfacción de las necesidades humanitarias. En el contexto de la pandemia, los esfuerzos de respuesta, recuperación y coordinación dirigidos por estas organizaciones locales han traído muchas ventajas, ya que las mejores personas para comunicarse en los contextos locales son las que tienen relaciones de confianza ya establecidas.

La población local requiere una mayor participación en las actividades de respuesta y en la decisión de prioridades de respuesta de primera línea. Se debe ofrecer más apoyo a las organizaciones locales y nacionales mediante una financiación adecuada. En 2020, los CBPF asignaron $236 millones a las ONG locales y nacionales.

El dinero en efectivo se está utilizando de manera más eficaz y eficiente. La COVID-19 puso de relieve el valor de las ayudas en efectivo y en forma de cupones para satisfacer las necesidades básicas, apoyar los mercados locales y revitalizar las economías. Más de 200 países han iniciado o ampliado sus sistemas de protección social desde marzo de 2020.

Las organizaciones humanitarias están mejorando su capacidad de responder y evaluar las necesidades de las personas afectadas. Trabajando juntos y examinando de manera más holística las formas en que una persona sufre un desastre, se obtiene una imagen más clara de la variedad de necesidades a las que puede enfrentarse un individuo y su comunidad.

El personal de respuesta internacional se preparó para hacer frente a las emergencias que se produjeron durante la pandemia. Un claro ejemplo de ello fueron las explosiones del puerto de Beirut, donde los equipos internacionales se pusieron a prueba antes de partir, utilizando la colaboración a distancia, los medios sociales y las plataformas en línea para cumplir los protocolos de salud y seguridad y prevenir nuevas infecciones por COVID-19.

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